La naturaleza, este espacio atemporal que transporta nuestras mentes y cuerpos al
aquí y ahora, nos conecta con esa energía consciente que lo crea todo, hace que
nuestra mente se enfoque en los sentidos, los olores, las texturas, los
colores, los sabores, los sonidos, momentos en que estamos libres del “mundo
real” para vivir la realidad del Yo Soy, un Ser puro en contacto con la
eternidad.
Llevar
estos espacios a nuestros hogares, un pedacito de naturaleza mantiene nuestro
corazón conectado al todo, un espacio contemplativo que nos permita salir del
stress de la ciudad a la atemporalidad de la naturaleza, una gota de agua de
océano que lleva consigo sus poderes mágicos, su oxígeno, la alegría de sus
colores, la calidez de su presencia en nuestras vidas.
La
mejor terapia para el alma, nos permite calmar nuestros pensamientos y escaparnos
a un espacio fuera del espacio, intemporal y mágico, como dice Dorothy en el
Mago de Oz, no hay lugar como el hogar, y este hogar es la naturaleza, lugar al
que siempre queremos volver…
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