A
veces me pregunto si hay personas que tienen una visión clara de su futuro,
porque este no fue mi caso, estudié
algunas carreras antes de Agronomía, carrera a la que mis padres no veían con
buena cara, opté por ella por cosas que había leído sobre un futuro incierto
para la raza humana y la opción era volver a la naturaleza y cultivar tu comida,
muchas veces en el trayecto me pregunté si había hecho la elección correcta,
hasta que un día una tía me dijo: si ya lo iniciaste, termínalo… buen punto,
así lo hice.
Ahora
que lo pienso, me parece que fue mi alma la que me guio hasta ese punto, porque
conocía mi amor por la naturaleza y sabía que esa era mi esencia, la vida
natural, tengo mis mejores recuerdos en la hacienda de mi tío y en las casas
donde tuve contacto con la naturaleza, mi madre en particular, llenaba
cualquier espacio con plantas lo cual ahora veo, fue parte de mi elección por
el diseño de jardines, el trabajo como
agrónoma me permitió vivir lo intemporal de la naturaleza, dándome cuenta lo
mucho que me gustaba, y como estos ambientes me llenaban de paz, buena salud y
felicidad.
Pero
siempre fue mi intensión estudiar diseño de parques y jardines, porque sentía
que tenía que llevar esas sensaciones a los hogares y corazones de la gente,
que aunque muchos se dicen no gustar de las plantas y la naturaleza, cuando
están en contacto con ella su “gusto” cambia y aceptan lo que generosamente nos
brindan las plantas, sus colores, aromas y texturas. He vivido estas
experiencias y me gusta ese cambio de la gente ante su contacto con lo natural,
me parece que un jardín es la mejor terapia, para niños, adultos y las mascotas
del hogar, porque nuestra alma siempre aceptará el llamado hacia la naturaleza
que es nuestra esencia.
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